ANIVERSARIO
Crucial para el desarrollo de ordenadores
EL MUNDO
LUIS FERNANDO ROMO
2 de marzo de 2023
Ejerció como profesor en la prestigiosa universidad de Stanford pero quería labrar su futuro en su ciudad
De origen judío y valdense, Camillo Olivetti nació en el seno de una familia burguesa de Ivrea (Turín) cuya ciudad catapultó con el tiempo a los Agnelli. Ambos apellidos forman parte del periodo de industrialización más importante de Italia.
Este 2023 se conmemora el octogésimo aniversario del fallecimiento del inventor de las conocidas máquinas de escribir que fueron primordiales para el desarrollo de los ordenadores. Su padre fue un exitoso comerciante textil que le dejó huérfano con un año, mientras que su madre descendía de banqueros.
Desde su más tierna infancia, Camillo mostró una gran curiosidad por aprender cosas nuevas cada día, por lo que su progenitora no dudó en educarle en algunas de las mejores instituciones hasta que se licenció en ingeniería industrial en el Politécnico de Turín.
Pronto viajó a Estados Unidos donde conocería a su ídolo Thomas Edison y ejerció como profesor en la prestigiosa universidad de Stanford, sin embargo, quería labrar su futuro en su ciudad. Por ello, en 1895, con 27 años, fundó su propia empresa que fabricaba vatímetros, amperímetros y galvanómetros. En 1898 se casó con Luisa Ravel, con quien tuvo seis hijos, Elena (1900), Adriano (1901), Massimo (1902), Silvia (1904), Lalla (1907) y Dino (1912).
Su posición económica les permitió vivir en un convento cercano a la fábrica decorado con frescos del siglo XV, tenían calefacción central, comían con la luz de las velas, el agua caliente solo funcionaba en un baño y contaban con varias criadas.
La educación de los vástagos estuvo basada en la libre exposición de ideas, la buena educación ya que no podían interrumpir mientras hablaban los mayores y no existían los castigos si alguno se portaba mal. Debido a ciertas desavenencias con sus socios, se fue de la empresa de instrumentos de medición para fundar en 1908 la suya propia, Ing. C. Olivetti & C, con la que se propuso crear la primera máquina de escribir italiana influenciado por el éxito de las Underwood americanas.
Durante años, una portátil Olivetti fue un regalo navideño insustituible
Durante su estancia en Chicago y California se quedó estupefacto por el proceso de fabricación de estas máquinas. Tras varios años de investigación e innovación, en 1911 presentó las dos primeras Olivetti M1 en la Exposición Universal de la Industria y el Trabajo de Turín. Entre sus novedades destacaba la velocidad del carro, el acero fundido sustituía al hierro, la cinta era de dos colores y el teclado era más funcional con 42 teclas distribuidas en cuatro filas. Todas se hacían manualmente. El éxito fue rotundo. Si en 1912 la fábrica producía 20 máquinas semanales con 20 trabajadores, en 1920 alcanzó más de 6.000 unidades con varios cientos de operarios. Con Mussollini en el poder, Camillo dio muestras de su fehaciente rechazo al totalitarismo, rechazó las leyes antisemitas y migró con toda su prole a la pequeña localidad de Biella, cerquita de la frontera suiza donde falleció en 1943 a los 75 años.
Desde 1932, la dirección de la empresa se la había cedido a Adriano, que supo encaminar a la empresa hacia el éxito más rotundo. Gracias a él se lanzó el primer modelo portátil, la MP1, cambió la estética característica del negro lacado al azul y rojo, favoreció los derechos de los trabajadores y se involucró en nuevos productos útiles a nivel social como la primera calculadora eléctrica (1949) y el primer ordenador eléctrico (1959). Con el paso del tiempo, algunas de sus máquinas se han convertido en auténticos objetos de culto, como la portátil Lettera 22 y la Olivetti Valentine, que está en el MoMa de Nueva York en la colección de diseño industrial.