En la publicación “A story of partnership in sport: Olivetti”, editada en 1991 por el departamento de Imagen Corporativa de nuestra empresa, se cuenta una curiosa anécdota. En el circuito californiano de Long Beach se corría la última prueba clasificatoria para el US West Grand Prix 1983 de la Formula 1. A pocos minutos para el final, Niki Lauda, varias veces campeón del mundo, estaba a punto de consolidarse en la pole position como paso previo para repetir la victoria obtenida el año anterior en territorio norteamericano. A bordo de su McLaren había conseguido la vuelta más rápida, con una ventaja sobre el resto de competidores que parecía insuperable.
Pero en los últimos segundos y entre el asombro general, apareció inesperadamente el Alfa Romeo de Andrea De Cesaris y mejoró el tiempo de Lauda. Le había arrebatado el primer puesto en la línea de salida. La situación había dado un giro inesperado. Para De Cesaris significaba casi una victoria. Pero no todos quedaron conformes. Lauda, el supercampeón, se dirigió indignado a la cabina de Olivetti. “¿Estáis completamente seguros? Debe haber algún error.” De muy mal humor, se sentó delante de los monitores y pidió revisar todos los datos, segundo a segundo. Por supuesto, el campeón austriaco tuvo que admitir que todo estaba en regla. Hasta entonces, el sistema de control de Olivetti jamás había cometido un error. Y nunca lo cometió. En aquella ocasión, sólo le quedaba a Lauda felicitar a De Cesaris por haberle superado.
OLIVETTI Y EL DEPORTE
Estoy convencido de que muchos de vosotros recordaréis que, en gran cantidad y variedad de eventos deportivos transmitidos por televisión, aparecía de vez en cuando en la parte inferior de la pantalla el logotipo de Olivetti. Se alternaba con el de alguna prestigiosa empresa encargada del cronometraje, como Longines o Tag Heur. A nuestra empresa se le había confiado la delicada y complejísima gestión de la información de las pruebas en tiempo real.
Miniordenadores y ordenadores personales Olivetti han registrado, almacenado y distribuido de manera eficaz y cada vez más eficiente todas las informaciones relativas a los controles de tiempos en el desarrollo de las competiciones. Antes de colaborar en la Formula 1, Olivetti controló pruebas de primer nivel en competiciones de ski desde 1977, tales como la Copa del Mundo, en colaboración con Longines. Se empleaban entonces los minicomputers P 6066. Siguieron luego otras de atletismo, natación, ciclismo, motonáutica, motociclismo, golf, regatas a vela…En definitiva, fueron muchas las disciplinas deportivas en donde estuvo presente para preparar los controles y las clasificaciones y su distribución a los técnicos y a los periodistas.
Es de justicia señalar que Olivetti gestionaba los equipos humanos y los medios técnicos de hardware. De la elaboración del software se encargó “Delta Tre”, una empresa de Torino que actualmente se mantiene activa y que se ha especializado en la gestión informática de la Champions League. Esta empresa estudiaba y realizaba las adaptaciones que requería el software para adecuarse a las particulares características de cada deporte.
Mucho podría escribirse acerca de los intensos e inolvidables momentos que vivieron aquellos compañeros que realizaron de manera tan brillante una tarea imprescindible en el mundo del deporte. ¡Ojalá alguien se decida a hacerlo! Sería una obra de muy grata lectura para todos aquellos que amamos el deporte, en especial en este particular aspecto que le une de manera indisoluble a la imparable evolución de la tecnología.
En 1980, el artista Giovanni Ferioli diseñó un símbolo especial para evidenciar la presencia de Olivetti en los acontecimientos deportivos. Asimismo, los italianos siempre a la cabeza de la moda, crearon una línea de vestimenta informal deportiva de diseño exclusivo.
OLIVETTI Y LA FORMULA 1
De entre todas las manifestaciones deportivas en las que, de un modo u otro, ha participado Olivetti la Formula1 ha sido, con mucho, la más relevante. No sólo como protagonista tecnológico en la gestión informática, sino como patrocinador de una escudería que participó en los Grandes Premios disputados entre 1985 y 1988. Y es este aspecto de la actividad de nuestra empresa de la que quiero dejar constancia, aunque sea de manera escueta y limitada.
Pero vayamos por partes. El empleo de nuestros ordenadores en el mundo del motor empezó con un acuerdo entre Olivetti y Ferrari, firmado en 1981. La firma de Maranello utilizó nuestros equipos en el cálculo de sus proyectos, en la elaboración de los datos en las salas de prueba de sus motores y en el análisis de los resultados en la pista privada de Fiorano. En abril de 1981, el ingeniero Ferrari anunciaba: “Estamos en un momento crucial. La electrónica nos proporciona los medios para resolver los problemas de un instrumento complejo como es la Formula 1”. Se acababa de firmar el acuerdo Olivetti-Ferrari.
Tres años después, Olivetti firmó un acuerdo análogo con Lancia para el seguimiento de los vehículos que participaban en las pruebas de los Campeonatos del Mundo de Rallies y de “endurance”. La colaboración se inició en las pruebas de resistencia de Le Mans. De la conexión con los coches realizada en los tramos de baja velocidad, mediante comunicación visual y conexión vía radio en baja frecuencia, se pasó al ordenador de a bordo con sus múltiples funciones.
El debut de Olivetti en el control de tiempos y clasificaciones en los Grandes Premios de la Formula 1 se produjo el 18 de mayo de 1980 en Montecarlo y alcanzó el centenar de intervenciones en el Gran Premio de Detroit el 21 de junio de 1987.
EL COMPUTER TEAM
En la publicación citada al inicio de este escrito se explica la composición y las funciones del equipo que Olivetti constituyó para el seguimiento informático de los Grandes Premios. Traduzco libremente del inglés:
“El equipo Olivetti que sigue las carreras de los Grandes Premios de la Formula 1 – conocido en los circuitos como el “computer team” – está compuesto por 15 ingenieros altamente capacitados, que viajan al circuito varios días antes del inicio de los primeros entrenamientos, equipados con una docena de ordenadores 386 y diez kilómetros de cables.
El sistema de centros de cronometraje y proceso de datos se ubica en tres unidades de medición de tiempos – cada una de ellas opera independientemente de las otras – y está conectado con tres grupos de ordenadores. La primera unidad de cronometraje, un sistema de fotocélulas en la línea de llegada, proporciona al primer grupo de ordenadores la señal que identifica a cada corredor cuando cruza la línea de meta. La segunda unidad usa una antena encajada en la pista que recibe los impulsos generados por pequeños emisores ubicados en cada coche. Cada uno de ellos utiliza una frecuencia diferente. La tercera unidad realiza funciones de control y comprueba la compatibilidad de los datos suministrados por los otros dos grupos.
El pullman de Olivetti y un aspecto de la sala de control instalada en el circuito.
Dos unidades auxiliares informan de las velocidades punta y de los tiempos intermedios de cada piloto en otros dos puntos clave del circuito. El Sistema Olivetti transmite los datos procesados a los boxes de los equipos, a las salas de prensa, a las oficinas de los organizadores, a las autoridades competentes (la FISA y la FOCA), al comentarista de la carrera, a los camiones taller de los equipos y, por supuesto, al equipo encargado de la transmisión televisiva. También se envían a los muchos sistemas de teletexto conectados con el Gran Premio de Formula 1. Además de su función en las carreras, la tecnología informática de Olivetti es hoy una parte integral de la vida cotidiana de los pilotos y los mecánicos. Todos los equipos están dotados de ordenadores personales para procesar información suplementaria y confidencial una vez los entrenamientos o la carrera han terminado.
Los datos recogidos acerca del consumo de combustible, comportamiento de los motores, de los neumáticos y de las regulaciones aerodinámicas son clave para suministrar datos estadísticos relacionados con los tiempos, que se usarán para mejorar el rendimiento del piloto y de su coche.”
Me contaba Rolando Argentero que fueron dos holandeses los que inventaron la pequeña unidad electrónica que, colocada en cada coche, emitía la pertinente señal. Así las cosas, en cada uno de los circuitos “cortaban” la pista en tres puntos: en la línea de meta y en otros dos puntos para proporcionar datos parciales que podían ser útiles para que los ingenieros conociesen el rendimiento de cada uno de sus coches. Generalmente uno de los tramos comprendía la recta más larga; otro, la zona que tenía más curvas. De esta manera, Olivetti suministraba en tiempo real elementos para el análisis del comportamiento de los diferentes coches en diversas zonas de los circuitos. Así, una vez terminada la carrera o los entrenamientos, los ingenieros visitaban el autocar de Olivetti para recoger una o dos copias de los resultados para estudiar la conveniencia de modificar el reglaje del coche a la vista de los datos. Esta cajita se montó después en las motos y proporcionaba el mismo servicio. Huelga decir que no era útil para los otros deportes. Sin embargo, también para ellos Olivetti procuró generar los análisis más amplios posibles para beneficio de técnicos y atletas.
Rolando Argentero explica a unos visitantes el funcionamiento general del sistema informático en la sala de control del circuito.
Rolando Argentero explica a unos visitantes el funcionamiento general del sistema informático en la sala de control del circuito.
Conocí a Rolando Argentero en 1992, casi al final de mi vida activa en la empresa. Era el responsable del computer team. Enseguida admiré en él su alta capacitación profesional, su paciencia y la cordialidad serena con la que recibía a los pocos y privilegiados visitantes que, por invitación de la empresa, tenían acceso al área de proceso de datos del circuito. Como un capitán en el puente de mando de un navío, Argentero estaba pendiente de lo que ocurría en la pista, gestionaba el equipo material y humano a su cargo y atendía con solvencia y gentileza a sus visitantes. En lo personal, en los tres años en los que tuve que acudir al Circuito de Montmeló por exigencia de mi función en la empresa, siempre me distinguió con una especial solicitud y hoy, al cabo de los años, sigue honrándome con su amistad. Su ayuda – en términos de información y consejo – ha sido determinante en la redacción de éste y del próximo artículo.
En el documento citado al inicio, publicado en 1991, se afirma que, ya entonces, a lo largo de los años, el sistema de cronometraje y proceso de datos de Olivetti había computado más de dos millones de tiempos en las carreras, con un seguimiento de los pilotos de Formula 1 y de sus coches a lo largo de más de medio millón de vueltas y después de haber calculado setecientas mil velocidades punta. Adoptado oficialmente en 1982, después de un período de correctísimo funcionamiento, el sistema Olivetti ofrecía una enorme variedad de información: datos relativos a los pilotos y a sus coches; medición de los tiempos en las carreras con una precisión de una milésima de segundo; las últimas clasificaciones; las diferencias entre los diversos competidores; el tiempo de la vuelta más rápida de cada piloto y su velocidad punta, además de las mediciones en los tres segmentos del circuito ya explicadas. Toda esta información estaba disponible no sólo en forma impresa sino para ser utilizada en video. De este modo podía utilizarse superpuesta en las imágenes de TV de la carrera. Olivetti había diseñado un sistema de videográficos con determinadas características de animación que aseguraban su inmediata comprensión por parte de los televidentes de todas las nacionalidades. En esencia, estas mismas informaciones son las que vemos hoy en nuestros televisores o utilizan los comentaristas del evento.
Poco han cambiado las cosas en lo relativo a este tipo de controles, me dice Argentero. Si embargo, hay que dejar constancia del avance registrado en el terreno de la emisión de imágenes y en el de los gráficos. Coches y motos incorporan hoy pequeñas cámaras de alto rendimiento que permiten seguir el curso de la carrera desde ángulos y perspectivas inverosímiles.
Además espectaculares gráficos nos presentan en nuestras pantallas muchas de las informaciones de que dispone cada piloto relativas a sus coches: velocidad empleada, utilización de la aceleración y el freno, velocidad del vehículo en cada instante, posición relativa de los coches en el circuito y algunas cosas más. Si no fuera por nuestra actitud pasiva como telespectadores, parecería que estamos conduciendo el coche, al menos como si se tratara de un sofisticado videojuego.
OLIVETTI EN LA PISTA
De manera inesperada, en 1985, hizo su aparición en la pista la escudería Olivetti. Fue una noticia asombrosa, incluso para un mundo ya habituado a cualquier tipo de sorpresa.
¿Cuáles fueron los motivos que indujeron a Carlo De Benedetti, un empresario de primera línea, a que la empresa diera el salto desde la aséptica y silenciosa sala de control al ambiente cruento y ensordecedor de la pista de competición? El costo de una importante cantidad de millones de dólares de la época o la inversión (que en mi modesta opinión es una mejor manera de verlo), que comportaba la decisión era muy elevado. Resulta casi obvio suponer que no fueron motivos exclusiva ni fundamentalmente deportivos (con el alto componente emocional que entrañan) los que determinaron la decisión. Entonces, ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué el patrón de Olivetti se embarcaba en lo que parecía una aventura singular y de alto riesgo desde el punto de vista económico?
Me he dado cuenta de que, sorprendentemente, muy pocos conocen el importante motivo que indujo a De Benedetti a que la escudería Olivetti, con dos “aurigas” de primer orden para conducir cuadrigas de la más moderna tecnología, entraran en competencia con los mejores ases y equipos de la Formula 1 del momento. En el próximo capítulo, os explicaré sus razones, tal como me las explicaron hace ya bastantes años, así como los resultados que se obtuvieron de tan singular iniciativa.
No debo terminar este primer capítulo sin expresar también mi sincera gratitud a los compañeros Eugenio Pacchioli y Antonio Perazzo quienes, en respuesta a mi solicitud, me han proporcionado desde el Archivio Storico Olivetti informaciones e imágenes muy valiosas para la redacción de éste y del próximo artículo.
José Manuel Aguirre
Junio 2009
*** Comentarios