Queridos amigos.
Me gustaría animaros a todos a enviar vuestras experiencias olivetianas a este lugar de la misma manera que los que ya las han enviado me han animado a mi. Y no os preocupéis por el contenido y la calidad de vuestros escritos puesto que estoy convencido que cualquiera de vosotros lo hará mucho mejor que yo.
Si no me creéis, seguid leyendo y podréis comprobarlo, así es que ánimo y adelante con vuestros relatos.
Y es que para mi las “letras” siempre han sido un problema todo lo contrario que los “números” que han marcado gran parte de mi vida. Ya en mi infancia, ellos – los números – me permitieron en mi pueblo jugar con una pandilla mayor que yo puesto que a los miembros de esa pandilla les dejaba copiar los deberes que nos ponía el maestro – larguísimas multiplicaciones y divisiones llenas de 6s, 7s, 8s y 9s – y si no me trataban bien no les dejaba copiar y se quedaban sin recreo. Si en lugar de “números” los deberes hubiesen sido “letras” redacciones, por ejemplo, no me los habría copiado nadie puesto que el maestro lo habría detectado fácilmente por la infinidad de formas de redactar y explicar las cosas frente a la solución matemática “única” que era lo que a mí me encantaba, pero se empezó a complicar con la llegada de las “ecuaciones de 2º grado” que daban “dos soluciones” y todo por culpa de lo que llamaban “discriminante” que en la sociedad actual con ese nombre lo meterían en la cárcel sin reparar tan siquiera en que se refiere a “b al cuadrado menos 4ac”. Pero el colmo llegó cuando ese dichoso “discriminante” era “negativo” – encima – y entonces la solución resultaba “imaginaria” – no la militar – y a alguien se le ocurrió ponerle una letra – la i – en la solución, por ejemplo = 3+2i, y llamarles “números complejos” – joder, ¡si lo eran de complejos! -. Pues si me molestaba enormemente que en una solución matemática hubiese una sola letra, podéis “imaginaros” como me siento ante este relato “todo letras”.
Y a pesar de ello aquí me tenéis, en el lugar donde transcurrió lo anteriormente indicado, en un pueblo a pocos kilómetros de Lleida, capital de la comarca del Segrià al final de la cuenca del rio Segre, esforzándome en contaros una inolvidable historia vivida en Olivetti, un «VIAJE INOLVIDABLE A IVREA», o «Mi primer viaje a Ivrea», en la que, aunque pueda parecer mentira, todo lo que relato es verídico:
Era febrero del 76 recién trasladado al Centro de Formación de Barcelona después de unos años en Taller Barcelona. La primera noticia agradable que me dieron mis compañeros al llegar al Centro de Formación fue que allí se cobraba más y se sufría menos que en el Taller lo cual resultó cierto.
José Luis Varas, entonces director del Centro de Formación, me dijo que habían previsto que fuera a Ivrea para participar en el primer curso de la P-6060 que se iba a impartir para los instructores de diversos países. Hasta entonces mis únicas salidas de España habían sido Andorra, – de compras, contrabando -, y Perpignan – pelis porno, ya sabéis-.
Gracias a una herencia, que no al sueldo de Olivetti, a finales del 75 me había cambiado mi 850-E por un 131-Supermirafiori modelo que acababa de salir al mercado y mi esposa y yo decidimos ir a Ivrea con el nuevo coche. José Manuel Molina – e.p.d. – también tenía que ir el mismo día para otro curso y acordamos que viajaría con nosotros pero unos días más tarde, siguiendo el consejo de su esposa Antoñita, cambió de opinión y decidió viajar en avión. Jordi Seluy me dio unas cadenas “por si las moscas” y Antonio Navas me dijo que en Ivrea no saliera en la primera salida de la autopista.
En aquellos años todos los que venían de Ivrea traían alguna revista porno y aquí entonces hacia poco que había muerto el dictador y salió la revista Interviú con la foto de Marisol desnuda en la portada, compré un ejemplar para llevármelo y poder mostrar como algo estaba cambiando ya en nuestro país.
EL VIAJE DE IDA – o Lección de Física Atmosférica –. Aunque el día anterior habíamos visto en el mapa del tiempo una borrasca en la costa azul, iniciamos el viaje a las 9 de la mañana del domingo con un precioso sol en Barcelona y pensamos que el viaje sería un placer de unas 11 ó 12 horas sin correr. Al llegar a Perpignan empezó a nublarse y a la altura de Montpellier empezó a llover torrencialmente y comencé a notar humedad en la pierna izquierda, entonces recordé que alguien me había dicho que los SEAT-131 parece que no cerraban bien las puertas, efectivamente entraba agua por la puerta izquierda y tuve que ponerle un trapo para reducirla; durante toda Francia llovió a cántaros.
Cuando empezamos a subir hacia Ventimiglia, entonces frontera, a la fuerte lluvia se le fue incorporando viento transversal, en sentido de tierra a mar, de forma que al llegar a la cornisa de la costa italiana el viento era fuertísimo y, como ese trayecto transcurre entre túneles y viaductos, mientras circulaba por los viaductos tenía que corregir fuertemente el volante hacia tierra, origen del viento, pero al entrar en los túneles y desaparecer el efecto del viento tenia que enderezar el volante; en esas condiciones el trayecto se hizo eterno y muy peligroso hasta llegar a Savona donde tenia que desviarme hacia el interior – Torino – y pensé que se acabaría el suplicio. Pero inmediatamente después del desvío de Savona empezó una fuerte ascensión y al poco la lluvia se convirtió en nieve, yo nunca había conducido con nieve que fue aumentando a medida que iba ascendiendo hasta que me vi obligado a parar para poner las cadenas que Jordi Seluy me dejó por si acaso; era ya de noche, nevaba, hacia un fuerte viento y había abundantes túneles ligeramente iluminados y me detuve en uno de ellos para poner las primeras cadenas de mi vida; mi «acojonamiento» era absoluto y las circunstancias lo corroboraron: los túneles eran de dos carriles, uno de subida y otro de bajada sin ninguna separación protectora, arrimé mi 131 todo lo que pude a la pared del túnel siempre que me permitiera poner la cadena en la rueda trasera derecha que fue por donde empecé, allí me di cuenta que las cadenas eran pequeñas para las ruedas de ese coche y tuve que atarlas y tensarlas con una cuerda que llevaba en el maletero; donde realmente “las pasé putas” fue en la rueda izquierda: los coches pasaban a medio metro escaso de mi cuerpo y el viento que descendía era muy helado y fuerte, ahora entiendo porque los molinos de energía eólica no los ponen encima de donde hay túneles. Recuerdo que cuando hube terminado de poner las cadenas y entré en el coche “no me sentía las extremidades” especialmente las superiores y estuve un buen rato con el motor en marcha y la calefacción a tope para recuperarme. Inicié el primer trayecto de mi vida “con cadenas”, de noche, ascendiendo, nevando y con viento, durante un rato estuve acompañado por otros vehículos en ambos sentidos de la marcha pero al final me quedé sólo y sin referencias de los márgenes de la carretera, lo único positivo era que nos parecía ver un lejano halo luminoso delante de nosotros que confrontamos mi mujer y yo por si no fuese un espejismo o alucinación: ambos veíamos lo mismo y nos parecía que nos encontrábamos “bien del coco” por lo que si conseguía mantener el coche en la carretera llegaríamos a un lugar iluminado y seguramente poblado; así fue y al cabo de un buen rato llegamos a una pequeña gasolinera que estaba repleta de gente entre los que vimos a unos carabinieri a los que les pedimos información y consejo, nos dijeron que “con catene” podíamos seguir y que en unos 20 km. se acababa la nieve; ya un poco más tranquilos continuamos el trayecto hasta que desapareció la nieve y, claro, entonces tuve que sacar las cadenas que tanto me había costado poner, por lo que comparativamente sacarlas fue “coser y cantar”.
Continuamos el viaje con una suave lluvia hasta llegar a las cercanías de Torino donde, de repente, entramos en una niebla densísima con una visibilidad muy corta que no permitía ver las señales de tráfico hasta que “te las comías” pero conseguimos “acertar” la dirección hacia Ivrea y al poco desapareció la dichosa niebla y tampoco llovía, tan sólo era cuestión de “ir tirando” hasta llegar a Ivrea, pero, según nos había indicado Navas, no debíamos salir en la primera salida de Ivrea y así lo hicimos aunque extrañados porque en esa salida sólo ponía Ivrea y nada más “ni norte, ni sur, ni este, ni oeste” por lo que, efectivamente, sólo había esa salida y nosotros ya nos la habíamos pasado; salimos en la siguiente pagando al señor de la cabina, dimos la vuelta a los 3 ó 4 metros y volvimos a entrar recogiendo la tarjeta que nos dio el mismo señor de la cabina, el único vehículo era el nuestro y la cara del señor de la cabina os aseguro que fue muy expresiva – estos están locos, debió pensar -.
Finalmente salimos en Ivrea y nos dirigimos hacia la pensión Bertolli donde nos estaba esperando con una gran preocupación José Manuel Molina – e.p.d. – con Pierangelo Bertolli – hijo -. Eran las 2 de la madrugada, es decir, 5 horas más tarde que la previsión más pesimista.
TRES SEMANAS DE CURSO.- Además de José Manuel Molina y yo también estaban José Luís Martínez del Castillo con su esposa, les quedaba una semana de estancia y Héctor López Montalbán.
Mi curso de P-6060 era el primero que se daba, participábamos 2 franceses, 2 milaneses, 2 romanos, 1 de Ivrea y yo. El instructor – X. Tarallo – en su presentación nos recitó de memoria unos versos de su admirado poeta Rafael Alberti (exiliado en Italia) y nos indicó su filiación política indicándonos: “la mia testa è nera, ma le idee sono rosse” – mi cabeza es negra pero las ideas son rojas -, eso para mi fue muy impactante porque en España entonces (febrero-76) había mucha gente en la cárcel solo por pensar o decir eso mismo. El horario aproximado que teníamos era: clases de 8 a 12, comida en la Mensa de 12 a 1 y más clases de 1 a 4, en el tiempo libre había mucho cine de pelis prohibidas en España, mi primera fue El Decamerón.
Los primeros días transcurrieron con toda normalidad pero el final de la primera semana se animó con este asunto:
LA CHICA Y EL INDIO.- En la secretaría de la escuela trabajaba una chica que tenía fama de ninfómana y se había “repasado” a alumnos de casi todo el mundo. En aquella ocasión había seleccionado a un alumno indio de la India que se alojaba en nuestra pensión y las constantes “prácticas” las realizaban en la habitación del alumno lo cual disgustaba enormemente al patrón Bertolli quien, después de esperar unos días y ver que, en lugar de saciarse, el furor uterino de la chica iba en aumento, quiso limpiar la imagen de su establecimiento y decidió hablar con su huésped indio para decirle que “no le autorizaba a joder con la chica en su habitación”. Pero Bertolli sólo hablaba italiano y su huésped sólo inglés. Entonces se montó una “multitraductora espontánea”: Bertolli – Molina – Héctor – Indio: Bertolli se lo explicó en italiano a Molina que se lo contó a Héctor en español y éste en inglés al indio. Os podéis imaginar lo cómico de esta situación especialmente cuando el indio respondió: “no estoy de acuerdo en que unos puedan joder en su habitación y yo no” en inglés que Héctor tradujo al español a Molina y éste al italiano para Bertolli que contestó tajante: “en mi pensión sólo admito parejas casadas” que, después de las traducciones, dejó sin respuesta al indio. El efecto de esa conversación lo pudimos comprobar esa misma tarde con la presencia de un “Citroen 2 caballos” aparcado delante de la pensión sin parar de moverse “arriba y abajo”, al final salió el indio del 2 caballos y entró en la pensión y la chica se fue al volante del coche. Así cada día a la misma hora ponían a prueba la suspensión del 2 caballos.
El primer fin de semana nos fuimos con el coche de viaje al Valle de Aosta, Colle di Joux, Túnel del Mont Blanc, Chamonix, Ginebra, Montreux y volvimos por el Túnel de San Bernardo. Lugares maravillosos.
La segunda semana comenzó muy animada con el anuncio de “sciopero” – huelga – para jueves y viernes. Los españoles no estábamos acostumbrados a las huelgas e intentamos que las clases continuaran para no poner en riesgo el curso a lo que los miembros del comité italiano nos preguntaron si “Franco nos cortaba las manos si hacíamos huelga en España”. Ante ese panorama los que teníamos coche empezamos a planificar el largo fin de semana que nos esperaba. De jueves a domingo mi esposa y yo nos fuimos a Milán, Verona, Venecia, Bolonia, Florencia, Pisa y Génova de lo que guardamos un precioso recuerdo.
Al inicio de la tercera semana se averió la P-6060 de los franceses, el disco no leía la pista cero, y todos dimos nuestra opinión sobre la avería, recuerdo que yo les dije “cambiad el micro de la pista cero” y dijeron que el micro funcionaba y estaba bien regulado. Me fui a ordenar mis apuntes y ellos continuaron cambiando elementos de la máquina, les veía muy liados al profe incluido. Al cabo de 3 ó 4 horas cuando ya ni me acordaba del tema, oí un fuerte grito de “Bravo españolito!” y todos me miraban sonrientes, me acerqué y me dijeron: Españolito, tenías razón, hemos cambiado el micro de pista cero y ha empezado a funcionar, ahora tenemos que arreglar los destrozos que hemos causado antes de cambiar el micro.
Para el viaje de retorno me llovían las ofertas de recados, acordaros de los problemas de “aduana” que entonces tenía la culpa de casi todo. Federico Prats de «Recambios» ya me había dicho antes de salir de Barcelona que me llevarían un paquete con piezas de recambios que yo solo debía dejar en la aduana franco-española que él ya se encargaría de los trámites. Efectivamente, me lo trajeron al aula con toda la documentación. Hubo varios intentos, especialmente de “Movimiento Máquinas”, para convertir mi coche en un camión por el volumen y peso del material que intentaban que me llevara, alguien llegó a decirme que me comprara una “baca” – con b de burro – para cargar encima del coche un volumen de material que no habría cabido ni en una furgoneta. Al final tuve que rechazarlo casi todo.
EL VIAJE DE RETORNO.- Con el coche lleno a rebosar el viernes por la tarde aun intentaban que comprara la dichosa “baca” para llevarme más paquetes. Tenía previsto salir a las 4 y no conseguí “escaparme” hasta las 6. El viaje fue relativamente tranquilo, solo tuve que parar una vez para descansar. El “follón” se montó en la frontera franco-española a la cual llegamos en torno a las 3 de la madrugada y ya sabíamos que esa hora podía ser “muy buena o muy mala” y nos tocó lo segundo. Parece que pillamos a los guardias descansados, aburridos y con ganas de marcha y méritos, el más joven de ellos nos hizo descargar y quiso ver hasta las entrañas. Nos lo requisó todo hasta que llegó el capitán a las 9 de la mañana y nos lo devolvió excepto el paquete de los Recambios. Cargamos de nuevo el coche y finalizamos este INOLVIDABLE VIAJE.
Hace unos días he estado en Italia y he pasado por Ivrea. Adjunto algunas fotos actuales de algunos lugares mencionados en este relato.
Desde Torre-serona y Alcoletge mis dos pueblos del Segrià, el primero propio y el segundo de mi mujer, os mando un fuerte abrazo y os espero el próximo 18 de octubre en el encuentro de Olivetti 100
Antonio Ibars
Torre-serona, Alcoletge a 11 de septiembre de 2008