Por Xavier Saénz de Buruaga.
Queridos colegas:
Situación: Ronda Universidad nº 18 de Barcelona. Despacho del Taller Central en Barcelona a primeros de septiembre de hace muchos años.
Sr. Muntaner: bueno «Javier», no eran tiempos de Xavier, bienvenido al lugar donde espero que crezcas como persona y hagamos de ti un buen mecánico, aún no habían técnicos.
Lo primero, toma este vale y ves a esta dirección que te suministrarán una bata y unos pantalones de trabajo en precioso azul mecánico. Hacia allí que voy, mi primer uniforme. Sólo he tenido dos en la vida, el de soldado y el de mecánico ¡Ah, y la bata del cole!
Mi primer gran día transcurrió en un cuarto maloliente llamado pica, limpiando y petroleando máquinas de escribir previamente desmontadas por los sres. mecánicos. ¡Madre mía!, creo que solté todos los muelles habidos y por haber. Vaya manera de empezar, pero parece ser que yo no dominaba las «paletinas», y parece ser que a los sres. mecánicos no les gustaban los muelles sueltos.
Con el transcurso de los días vino algo todavía peor. Consistía en rectificar unos rodillos en un torno y tela esmeril. Había varios tamaños: desde el carro «A» al carro «D». Descubrí que tenía relación con el tamaño de papel que admitía la máquina de escribir. ¡Que interesante!
Recuerdo una gran caja llena de dichos rulos que me dieron para que fuera haciendo. Como os podéis imaginar, cuando terminé tan importante misión, parecía un minero asturiano.
Pensé que si todo tenía que ser así, lo tenía crudo, pues la cosa no variaba mucho. Los días seguían entre la pica y los rodillos con alguna que otra barrida al taller.
Aunque había un trabajo para los aprendices que sí me gustaba y por lo menos era limpio: montar los topes de las barras de programación de las máquinas Audit y Mercator. Creo recordar que se llamaban «tenones». Tenían diferentes longitudes y formas. Se montaban siguiendo las pautas de un largo esquema cuadriculado. También recuerdo el tambor de programación de las máquinas Tetractys Carro. Este era fácil.
En medio de todo esto, también había que transportar las máquinas reparadas y para reparar, al almacén situado en el sótano mediante un pequeño montacargas. ¡Qué broncas por subirnos en el montacargas!. Estaba prohibido, pero a esta edad, las normas estaban para saltárselas, ¿no?. También había que acompañar a la Sra. Mercedes para reponer las máquinas de bebidas de todo el edificio de Ronda. Qué trajín de cajas de agua y coca colas.
Bueno, todo esto era la parte dura, pero imaginaros un grupo de seis o siete chavales jóvenes con ganas de divertirse. A todo lo malo, le podías sacar una parte divertida, y lo hacíamos de verdad.
El aprendríz crece junto con recuerdos de otros tiempos….
Tiempos de cursos de la Lexikon 80 en el Centro de Formación de la calle Pamplona con el Sr. Perdiguer.
Tiempos de machaca con el bueno de Jordi González – e.p.d. – con la máquina Logos 27 «Joya de la Mecánica»
Tiempos de cursos de las máquinas Tekne 3 y 4 y la nueva serie Editor 3 y 4 junto con la maravillosa Editor 5 y su fantástico sistema de espacio compensado, los ejes principales y el desgaste de sus levas. Todo ello en el nuevo Centro de Formación de la calle Llacuna dirigido por el Sr. Piña.
Tiempos de machaca con el Sr. Farreras y las máquinas Programa 203 – invento de Programa 101 con una Editor 4 -, máquinas que de tanto tiempo de funcionamiento en pruebas, se les acababa poniendo un ventilador junto a su CPU con una preciosa y eficaz «chapucilla». Máquinas con una electrónica de módulos en placas grandiosas.
Tiempos de reivindicaciones sociales siguiendo el movimiento de Fábrica con compañeros capaces de arrastrar masas como Gatell, Zafra o Carretero.
Tiempos de cursos de la Lexikon 90 y 93 con sus correspondientes series C. La máquina que parecía tener que demostrar que Olivetti también sabía hacer escritura con una bola en lugar de las tradicionales palancas. ¡Madre! Qué difícil era cambiar una barra de códigos o un puente del espaciador.
Tiempos del nuevo sistema de avisos. Que si Truncados, que si Pendiente de Pieza, que si Finalizado. ¡Lo que costó aplicar este sistema!
Tiempos de «conejeras», aquellos horribles e incómodos cajones donde se guardaban las cosas de los mecánicos externos en la Ronda.
Tiempos de cursos en Madrid de las primeras fotocopiadoras. Las Copia 205 y 305. Máquinas de papel tratado y toner líquido.
Tiempos de las primeras fotocopiadoras de papel normal. La Copia 1450 y la Copia 1500 con su famoso horno. Época de aspirador para el cambio de toner.
Tiempos de ET 121, ET 225, ETV 240 y las pequeñas Praxis 40/45 con su peculiar Encoder y Flat Cable.
Todos estos recuerdos vienen a mi mente muy revueltos y a veces dudo que hayan ocurrido tal como los describo. De lo que si estoy muy seguro es del orgullo de haber trabajado en esta empresa y también de haber conseguido ser Campeón de España de Baloncesto con la camiseta de mi empresa: Olivetti.
Un abrazo.
Xavier Sáenz de Buruaga
Barcelona, 25 de setiembre de 2008.